UNA BODA EN EL CAÑÓN DEL RÍO LOBOS, UCERO


La boda en el Cañón del Río Lobos de Rosa y Enrique fue una decisión de último minuto. Una increíble decisión de último minuto. La pareja siempre había tenido claro que iba a celebrar una boda íntima con la familia más allegada, sin ser el centro de atención y haciendo algo muy sencillo. Cuando en Enero de 2019 comenzaron a dar la noticia, empezaron a sentir que esa norma que se habían impuesto para no seguir la corriente, o la tradición, les estaba haciendo sentir algo extraño, como si en el fondo les fuese a faltar la gente con quién más querían compartir un día así de bonito: sobre todo, personas que habían estado presentes en momentos de su vida muy importantes y que por diferentes circunstancias se encontraban en otros puntos geográficos. Después de darle muchas vueltas, en marzo, me contactaron para su boda… ¡que se celebraba en junio! Me sorprendió mucho que alguien decidiese celebrar una boda con tan poca antelación, y tuvimos muchísima suerte porque el 8 de Junio era uno de los pocos fines de semana que nos habían quedado libres.  Con todo tan improvisado, nunca hubiese pensado que íbamos a retratar una boda tan espectacular


La boda de Rosa y Enrique boda estuvo llena de detalles preciosos

Rosa llevaba un kimono de Oysho en los preparativos. Del maquillaje y la peluquería se encargaron Carmen Gracia Paños y Conchi Mirón Carro, respectivamente, del equipo de Peluquería C&M. También lució un tocado con rejilla espectacular de Cherubina (nunca falla) y completó su look de novia romántica con un impresionante vestido de Colour Nude (firma con modelos Prêt-à-porter que me parecen sencillamente preciosos y que siempre os recomiendo). Los complementos fueron elegidos a la perfección: llevó unos pendientes prestados por su hermana conseguidos en un anticuario de Madrid, un ramo de Vegaflor, con tonos granates a juego con sus labios y sus uñas, zapatos de Chie Mihara y cuñas para las últimas horas del baile, también de Chie Mihara. Las alianzas eran antiguas, del abuelo y la abuela de Rosa. 

Enrique, el novio, se vistió con un traje de Fabio Bareti, zapatos de Trotters y llevó un reloj de Viceroy. Queremos más novios así, por favor.

La pareja decidió hacer un first look antes de llegar al Cañón, y ambos nos confesaron que fue un paso previo muy útil para quitarse los nervios y tener un momento de intimidad previo a reunirse con todos sus seres queridos. Además, la celebración era de tarde, motivo por el cual era muy conveniente hacer algunas fotos antes de que comenzase “la fiesta”, y evitar así perder momentos con su gente. Algunas personas creen que hacer esto hace perder la magia, pero la realidad es que en vez de restar emoción, suma un momento especial añadido. 

La ceremonia en la Ermita de San Bartolo fue muy emotiva y también divertida, gracias al entorno especial del Cañón del Río Lobos, de la mística de la ermita y de la modernidad y cercanía del sacerdote.

Además, Luca y Lola, sobrinxs de la pareja, tocaron 3 canciones completas al final de la ceremonia, a solas, desplegando todo su arte frente al violín y el chelo con sólo 9 y 6 años de edad, algo que emocionó mucho a todo el mundo.

Del resto de la música de la celebración se encargó Música para recordar (Adrián Jiménez e Inés Suarez). También intervinieron lxs pequeñxs en algunas canciones que habían ensayado en conjunto.

El palacio y catering del Virrey se encargó de que toda la gente disfrutase de la comida, las bebidas y la fiesta. Rosa y Enrique me contaron que el baile se alargó hasta las 7 de la mañana.

Como fotógrafa de bodas en Salamanca, para Laura fue espectacular ver que alguien se atrevió por fin a aprovechar la belleza del Cañón del Río Lobos celebrando una boda que jamás habíamos visto.

Gracias a Rosa y Enrique por habernos dado la oportunidad de inmortalizar una celebración tan especial, donde el amor y la complicidad sale claramente de la pantalla, de las fotos, donde se ve una boda sin artificios, en la que conseguisteis incluir a mucha más gente de la que en principio esperabais tener al lado, sin desvirtuar la intención de hacer algo diferente. Gracias a Laura también, por haber conseguido que me emocione al ver fotos de una boda en la que no estuve presente (aunque en realidad, siempre estoy presente). ❤